La Sábana Santa: atraerá a más de 2 millones de personas
La reliquia más preciada y discutida de la Iglesia
El enigma del Santo Sudario atrae a dos millones de personas
El lienzo se exhibirá por 40 días en Turín
El lienzo está protegido en una urna de cristal, y los visitantes tienen entre 3 y 5 minutos para estar frente a él Foto: Reuters
Elisabetta Piqué / Diario La Nación (Argentina)
Corresponsal en Italia
TURIN (Italia). La Iglesia está en el ojo de la tormenta, pero Jesús sigue haciendo milagros. Más de 12.000 personas hicieron cola ayer para venerar en el Duomo de esta señorial ciudad del norte de Italia el Santo Sudario, la enigmática tela de lino que, se cree, envolvió el cuerpo de Cristo luego de su crucifixión.
En lo que los turineses definen como "la primera ostensión del tercer milenio", aunque el Sudario fue visto por última vez en 2000, el lino será expuesto por 40 días, hasta el 23 de mayo. Y, en un verdadero boom del turismo religioso, mientras que para hoy se esperan 57.000 visitantes, dos millones de personas se movilizarán desde todos los rincones del mundo para admirar -en un lapso de entre 3 y 5 minutos, no más- el lienzo que para muchos describe a la perfección la pasión de Cristo. Entre los miles de fieles, turistas y curiosos, también llegarán unos 619 argentinos que ya reservaron su entrada (que es gratuita), según indicaron a LA NACION los organizadores de este megaevento religioso. Benedicto XVI peregrinará hasta aquí el 2 de mayo.
La aquí llamada sindone, una de las reliquias más célebres, fascinantes y misteriosas del mundo, objeto de arduas polémicas sobre las que la Iglesia jamás se pronunció, atrae. De hecho, nadie nunca logró explicar el proceso por el cual la tela ostenta la doble imagen en negativo, frontal y dorsal, de un hombre torturado y crucificado. Ni nadie nunca logró determinar científicamente si el lienzo de lino tejido en forma de espina de pescado -que mide 4,37 metros de largo y 1,11 de ancho- es realmente la tela que envolvió el cadáver de Cristo, o data de la Edad Media, como sugieren unas pruebas de carbono 14 realizadas en 1988, también objeto de disputa científica.
Ayer, en la inauguración de la ostensión, a nadie parecían importarle las eternas polémicas que rodean al Sudario. "¡Es una emoción inmensa, inmensa! Por primera vez vi el rostro de Cristo", dijo sin ocultar su fervor Eloísa Mora, que viajó con su familia desde Andorra para ver por primera vez en su vida la Sábana Santa.
A diferencia de las anteriores exhibiciones, esta vez la si ndone lució mejorada. "Se la ve por primera vez después de un trabajo de conservación realizado en 2002, por el cual se retiraron los parches que las monjas Clarisas le cosieron sobre los 22 agujeros provocados por el incendio que sufrió en 1532", explicó a LA NACION Bruno Barberis, presidente del Centro Internacional de Sindología de esta ciudad.
Orden de entrada
Barberis estuvo entre los primeros que pudieron ingresar en la catedral, junto con autoridades civiles y eclesiásticas. En Turín, considerada la ciudad de Fiat, no podían no estar entre ellos el presidente de la famosa compañía automovilística italiana, Luca Cordero di Montezemolo, y su administrador delegado, Sergio Marchionne. Fueron acompañados por el anfitrión del evento, el cardenal arzobispo de Turín, Severino Poletto, custodio oficial de la misteriosa Sábana, que fue donada en 1983 a la Santa Sede por la dinastía real italiana de los Saboya.
Después, vino el turno de los 2000 periodistas de todo el mundo acreditados para el evento, invitados especiales y voluntarios. Pese a los carteles que invitaban a guardar silencio, para quienes ingresaron junto con el ejército de periodistas no fue fácil concentrarse y admirar la reliquia. El ruido de flashes, trípodes y cámaras lo arruinaba todo. "Había mucha confusión, pero igual fue único", confesó Aldo Candelera, que llegó desde la ciudad de Aosta. Leonardo, su hijito de 5 años, que llevaba en andas, preguntaba, desorientado: "¿Era eso Jesús?".
Media hora se tardó para llegar hasta el objeto de culto, colocado ante el altar del Duomo, como si fuera un cuadro. La Sábana se encuentra bajo una urna de cristal ultra tecnológica, a prueba de incendios y de atentados, en la que se conserva desde el año 2000, sin aire, rodeada de un gas inerte, a temperatura constante y monitorizada en todo momento.
Para alcanzarla, hubo que caminar por los bellísimos jardines del Palacio real, con imágenes alusivas a la vida de Cristo, objetos del museo arqueológico de Turín, músicas gregorianas, un semáforo para controlar el flujo humano, y la vista de ruinas de un teatro romano.
Fundamental, antes de llegar a la sindone, fue ver una filmación sobre ella en una pantalla gigante, con imágenes en alta definición. Gracias a la filmación puede observarse que el hombre de la imagen de la tela -que mide 1,80, tiene pelo largo, barba y bigote- tiene los ojos cerrados, los brazos cruzados y el cuerpo lleno de señales de tortura. En el lienzo hay manchas de sangre; en los brazos y en las manos, así como en las piernas y en los pies, hay heridas de clavo; en la nuca, heridas de espinas, y en la espalda, marcas de latigazos. Un espectáculo escalofriante.
En la misa solemne con la que se inauguró la exhibición, el cardenal Poletto recordó las palabras de Juan Pablo II durante la exhibición de 1998, cuando definió el lino como "una provocación a la inteligencia", y un "espejo del Evangelio".
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