Una casa llena de misterio, fiel a su controvertido primer dueño
Fuente: Diario de León.es
Con el derrumbe de los muros de la Casa del Duende desaparecen también los últimos vestigios de su dueño, un hombre que fue leyenda en Sahagún. Se trata de Rogelio Herques, un excéntrico millonario que vivió durante la segunda mitad del siglo XIX y que pasó a mejor vida de un tiro en la sien con una bala que dejó en el revólver tras haber acribillado a su hermano y a su cuñada, tras una velada en una mansión en Montecarlo.
Cuentan que Robustiano, el hermano asesinado, abría una botella de champán en el momento de su muerte. La increible vida de Rogelio Herqués ha pasado a la Historia en las páginas del libro Heterodoxos Leoneses , coordinado por Rogelio Blanco y editado por Ediciones Lobo Sapiens, en un capítulo escrito por Félix Pacho Reyero.
Según se recoge en el libro, sus restos reposan en secreto -"sin nombre en la lápida-" en un monumento funerario conocido como El Sepulcro del Diablo, erigido cerca del acapilla responsorial del cementerio de la villa facundina. Félix Pacho Reyero cuenta que su padre, León Herques Ibarreta, «fue diputado provincial y nacional, magistrado en varias ciudades españolas y presidente de la Audiencia Pretorial de La Habana».
Dicen en Sahagún que Rogelio, vinculado familiarmente al millonario leonés Pablo Flórez, era soltero y no dejó descendencia. Poco más se conoce de este misterioso personaje que, eso sí, fue excomulgado tras haber escrito el libro La religión al alcance de todos , del que se publicaron varias ediciones, la última en 1978. Reyero recoge varios detalles de la vida de Herques, al que define como «ex banquero de medio pelo en Nueva York, ateo militante y jugador empedernido». Los que oyeron hablar de él dicen que «era hereje y anticlerical rabioso, alto y magníficamente plantado, buen mozo, un tipo juerguista y deslenguado, disoluto, pendenciero y amante de la buena vida, generoso o independiente».
Del crimen de su hermano y su cuñada, recoge Reyero las notas de algunos periódicos monegascos, en las que atribuyen los asesinatos a problemas en negocios conjuntos.
Durante su accidentada vida viajó por todo el mundo, también por Tierra Santa, y entre viaje y viaje, también visitaba Sahagún, villa a la que se mantuvo «onírica y fervorosamente unido» y en donde mandó construir la Casa del Duende, en la que residía temporalmente, y que se ha mantenido en pie hasta hace unos días.
Indignación vecinal por el derribo de la emblemática Casa del Duende
Los nuevos propietarios demolieron el inmueble, construído en 1880 por Rogelio Herques, nieto de un millonario empresario alemán que fijó su residencia en la villa
Nada se ha podido hacer para evitar la demolición de la Casa del Duende, más conocida en la época como la «casa del americano», por la expectación que en 1880 causó su construcción por parte de Reogelio Herques Ibarreta, nieto de un millonario empresario alemán, que fijó su residencia en Sahagún, de la que se «enamoró» una tarde de toros en las fiestas de San Juan. Los nuevos propietarios, tanto del inmueble como de la inmensa finca en la que se asienta, contaban con todos los permisos necesarios para demoler la casa, para la que los vecinos llevaban años reclamando alguna figura de protección con la que evitar el fatal desenlace con el que hace diez días se han despertado en la villa. Las grúas han echado abajo una de las construcciones más singulares de la localidad, por la magestuosidad de sus dimensiones, y por su distribución interior de gran mansión de época. Se cuenta que fue la única que entonces contaba con baños y aseos tanto para el servicio como para sus propietarios, disponía de un ala exterior donde se instaló ascensor a lo alto de la vivienda y disponía de chimeneas de mármol de Carrara en todas sus dependencias.
Se da la circunstacia que el Ayuntamiento de Sahagún se había planteado comprar el solar en el que se asienta para ubicar allí el futuro centro de salud de la villa, aunque fue finalmente unas particulares los que compraron la finca y la casa a la familia asturiana Torre a la que pertenecía, y que la había bautizado como Villa Ángeles.
Los vecinos acusan al Ayuntamiento de no haber comprado la casa para recuperarla e instalar allí algún proyecto cultural de interés con el que ayudar a fijar turismo en la localidad.
Es mucho el cariño, que aún se guarda en Sahagún a la familia Herques, a los que incluso se les han dedicado calles, y de los que se conserva el mausoleo familiar en el cementerio, que destaca, entre otras cosas, por conservar símbolos mormones.
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