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Voces del Misterio

Roswell: ¿historia de una infamia?

El caso Roswell: El acontecimiento ufológico más importante de la historia

Estados Unidos: verano del año 1947. Un extraño aparato se estrella en Roswell, Nuevo México, con todos sus ocupantes dentro.

Hoy en día seguimos sin tener una explicación satisfactoria de lo que verdaderamente sucedió en aquel rincón perdido del país.

¡Los extraterrestres existen! O al menos, eso es lo que parecía señalar una nota de prensa emitida por la oficina de relaciones públicas de la base de Fuerza Aérea en Roswell, el 8 de julio de 1947. El comunicado resumía brevemente la película de los hechos: “El oficial de inteligencia del 509 Grupo de Bombarderos de la Octava Fuerza Aérea en el aeródromo del Roswell tuvo la suerte de poder disponer de un disco volante mediante la cooperación de uno de los rancheros locales y de la oficina del sheriff del condado de Chaves. El objeto volador aterrizó en un rancho cercano a Roswell en algún momento de la semana pasada. Al no tener servicio telefónico, el ranchero guardó el disco hasta que pudo ponerse en contacto con la oficina del sheriff que, a su vez, lo notificó al mayor Jesse A.Marcel, de la oficina de inteligencia del 509 Grupo de Bombarderos. La acción se emprendió de inmediato y se recogió el disco en casa del ranchero. Fue examinado en el aeródromo de la Fuerza Aérea en Roswell, y a continuación el mayor Marcel lo envió al Cuartel General superior”.

Semejante revelación determinó que las portadas de los diarios de aquel 8 de julio de 1947 fueran espectaculares: “La RAAF captura un platillo volador en un rancho de Roswell”, “El Ejército declara que ha encontrado un disco volador”, “El Ejército encuentra un platillo volador en un rancho de Nuevo México”. También se reveló que varios lugareños habían visto una bola luminosa que se desplazaba a gran velocidad la noche del 2 de julio de 1947. Pese a esto, el 9 de julio de 1947 la prensa se desentendía del supuesto platillo volante. ¿Por qué?

Una gruesa cortina de humo desplegada por el Pentágono, el FBI y la Fuerza Aérea enturbiarían durante décadas el caso ufológico más importante de la historia de la humanidad. Hacia las cuatro de la tarde del mismo 8 de julio comenzaron a realizarse las primeras gestiones para desmentir que el objeto hallado en Roswell fuese un OVNI. Roger Ramey, jefe de la Octava Fuerza Aérea, telefoneó a la redacción del periódico “Fort Worth Telegram” para mostrar a los periodistas los restos del aparato estrellado. A la cita acudió un fotógrafo que se sintió decepcionado por lo que se le mostró en la oficina de Roger Ramey: un amasijo maloliente de láminas metálicas humeantes que no podían pertenecer a ninguna civilización alienígena. La nueva versión de la Fuerza Aérea sobre el llamado “caso Roswell” señalaba que los restos encontrados por el ranchero pertenecían a una sonda o globo meteorológico. La agencia Internacional News Service fue una de las primeras en difundir la nueva versión oficial: “El general de brigada Roger Ramey, jefe de la Octava Fuerza Aérea, aseguró esta noche que el supuesto disco volante encontrado al este de Nuevo México es nada más que un instrumento meteorológico o radar de alguna clase” . Además, la Fuerza Aérea informó telefónicamente al FBI de que el objeto recuperado en Roswell era un “globo meteorológico de gran altura con un reflector de radar”, según recogía un memorándum interno del FBI, fechado a las 18,17 horas del 8 de julio de 1947 en Dallas.

Todas las gestiones de la Fuerza Aérea por desmentir la noticia de la nave alienígena tuvieron una repercusión inmediata en los medios de comunicación, que de la noche a la mañana parecieron perder el interés por el caso. Sin embargo, por suerte o por desgracia, existían demasiados testigos. En primer lugar, el campesino que encontró los restos del aparato, William McBrazel. Después, un equipo de arqueólogos de la universidad de Texas, una pareja de jóvenes excursionistas y un bombero que acudió al lugar del accidente, además del personal del ejército que tuvo acceso a los restos. Javier Sierra asegura en su libro “Roswell. Secreto de Estado: El caso que guarda la respuesta al enigma OVNI” (Edaf, 2002) que a todos los testigos se les amenazó de muerte para evitar que narrasen su versión. Una versión que incluía el hallazgo de humanoides entre los restos del aparato accidentado. El bombero Dan Dwyer declaró haber visto los cadáveres de dos pequeños seres y el cuerpo de un superviviente. Sin embargo, estas experiencias no se conocerían en la actualidad si no fuera por el trabajo de dos investigadores, Kevin Randle y Don Schmitt, que durante años se entrevistaron con los protagonistas del suceso y lucharon contra la férrea censura gubernamental. Estos dos autores aseguran que los restos encontrados en el rancho de McBrazel correspondían a un aparato mucho mayor que se habría estrellado no muy lejos de allí y que habría sido capturado en el más absoluto silencio por la Fuerza Aérea.

El 27 de marzo de 1995 las agencias ANSA y ANP lanzaban el bombazo del siglo: ¡existían imágenes de una autopsia efectuada a los alienígenas de Roswell en 1947! Éstas fueron tomadas por un ex militar americano, que tras 50 años de silencio acabó vendiéndolas al productor de televisión Ray Santilli. La difusión pública de esta insólita película significó, para algunos, la confirmación de que no estamos solos en el universo, y para otros, el hecho indiscutible de que el caso Roswell era un fraude. El vídeo reflejaba un humanoide de un metro y medio de altura tumbado sobre una camilla de quirófano. El ser tenía el abdomen abombado, una cabeza de gran tamaño y sus ojos estaban cubiertos por una membrana negra. La criatura tenía 6 dedos en las manos y en los pies, no tenía vello corporal ni ombligo y parecía ser de sexo femenino, ya que tenía vulva. Durante la autopsia, el cirujano le extrajo las vísceras y el cerebro. Sin embargo, la veracidad de esta película pronto se vio puesta en entredicho. En primer lugar, las técnicas y procedimientos de los que intervenían eran impropios de unos médicos. Además, la actitud de la persona que filmaba las imágenes era francamente sospechosa. Se detenía en nimiedades, como las tomas de un cirujano tomando notas de la operación, y los primeros planos de las vísceras del supuesto extraterrestre siempre aparecían desenfocados. Por otra parte, se apuntó que en el supuesto quirófano existían objetos que no parecían pertenecer a la época en que supuestamente se grabaron las imágenes. A lo largo de los años, varios expertos en efectos especiales han confirmado que el supuesto ser del espacio era un elaborado maniquí del que pueden apreciarse las costuras.

En la actualidad, tanto los escépticos como los miembros de la comunidad ufológica están convencidos de la falsedad de la película. En lo que algunos consideraron una retorcida maniobra para mantener el fraude ufológico más rentable de todos los tiempos, el investigador español Javier Sierra aseguró en su libro que la película era una pieza más “creada por organismos cercanos a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y destinada a desprestigiar el caso Roswell”.

(Idioma original: italiano)

La Fuerza Aérea ha dado a conocer cuatro interpretaciones diferentes del caso Roswell entre 1947 y 1997. La más extendida atribuye los restos de Roswell al programa secreto Proyecto Mogul, consistente en ubicar sencillos globos de sondeo meteorológico en la atmósfera para detectar posibles actividades nucleares soviéticas. Los cuerpos de los supuestos alienígenas no eran más que muñecos de pruebas (”dummies”) lanzados por la Fuerza Aérea durante los años cincuenta. Pese a esto, el caso Roswell presenta demasiadas preguntas sin respuesta.

¿Por qué se amenazó de muerte a los testigos del accidente? ¿Por qué Estados Unidos tardó tantos años en revelar la versión del Proyecto Mogul? ¿Por qué algunos de los militares que protagonizaron el incidente siguen insistiendo en que lo que vivieron en Roswell fue una auténtica aparición OVNI.

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