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Voces del Misterio

La Dama Azul: Sor María Jesús de Agreda

La Venerable María Jesús de Ágreda ha sido noticia por la curiosa 'aparición' de su rostro en dos ventanas de una casa particular.


La noticia saltaba a la prensa soriana hace solamente unos días: el rostro de la Venerable María de Jesús de Ágreda, en la actualidad en proceso de beatificación, se viene apareciendo ocasionalmente en dos ventanas de una vivienda particular donde, años atrás, la propietaria había pegado una lámina con su busto.

Pocos en Ágreda sostienen con firmeza que se trate de un fenómeno fuera de lo normal. Sacerdotes y personal religioso prefieren achacarlo a una causa física: la tinta de las serigrafías se habría quedado impresa en el vidrio, lo que provocaría la aparición de la misma imagen que reproducía la lámina. Lo curioso del caso es que dicha aparición no se va ni con amoniaco.
 
Rumores que sortean la racionalidad pueden oírse ya entre devotos de la religiosa, conocedores del misterio que siempre rodeó su vida. Un ejemplo: recibió el sobrenombre de Dama Azul por el curioso don de la bilocación, esa capacidad de estar en dos sitios al mismo tiempo merced, según su propio testimonio, a la ayuda divina.
 
Pero, ¿quién era en realidad esta religiosa que ahora vuelve a alertar a los agredenses? Consejera íntima de Felipe IV, se llamaba en realidad María Coronel y Arana y había nacido en Ágreda, el 2 de abril de 1602, fruto del matrimonio entre Francisco Coronel, hombre de ascendencia judía, y Catalina de Arana, procedente de una hidalga familia vizcaína.
 
Criada en un ambiente familiar que rezumaba religiosidad por los cuatro costados, la pequeña María preocupaba a sus progenitores por su más que extravagante carácter: se aseaba poco, apenas cultivaba la relación con los niños del pueblo, pasaba buena parte del día a resguardo y leía con voracidad.
 
Cuando a los doce años confesó su vocación religiosa, su madre experimentó una revelación del Altísimo: debía convertir su domicilio familiar en convento e ingresar en él junto a sus dos hijas. El padre, continuaba el mandato, habría de emular a sus dos hijos y profesar en la Orden de San Francisco.
 
Así hicieron en 1618: la casa terminó convertida en convento de carmelitas descalzas de la Orden de la Inmaculada Concepción, mientras Francisco Coronel ingresaba en el monasterio riojano de San Antonio de Nalda.
 
Muertes místicas
 
Nuestra protagonista tomó el hábito con 17 años, profesando la religión en 1620. Ya entonces había abandonado el apellido Coronel para adoptar el de Jesús. Con 18 años recién cumplidos comenzó a experimentar fenómenos extraños. Presa de las famosas 'muertes místicas', ciertos episodios de éxtasis, arrobos y raptos espirituales, achacados tradicionalmente a su íntima unión con la divinidad, hicieron las delicias de sus paisanos; incluso levitaba.
 
Más llamativo fue lo ocurrido en torno a 1623: durante ocho años, según el famoso y polémico Memorial de Fray Alonso de Benavides, la religiosa emprendió un total de 500 'viajes' de evangelización entre los indios xumanas en Nuevo México, Texas y Arizona: lo curioso es que lo hizo sin moverse del convento.
 
Cuentan que la Venerable, a quien portaban los ángeles, aparecía ataviada con un manto azul y anunciando la Buena Nueva a los indígenas. Testigos hubo que juraron haberla visto convirtiéndolos a la fe de Cristo mientras, en realidad, su cuerpo permanecía en el convento de Ágreda. Por eso empezó a ser conocida como la dama azul de los llanos.
 
La difusión de estos episodios provocó los temidos expedientes de averiguación de la Inquisición. Especial incidencia tuvo el llevado a efecto en 1649 por el trinitario P. Antonio Gonzalo del Moral. Interrogó a la religiosa ante notario y la mandó rellenar un cuestionario con 80 preguntas.
 
La Venerable achacó el hecho a un ángel enviado por Dios con su misma apariencia: «Exteriormente, tampoco puedo percibir cómo iba, o si era llevada, porque como estaba con las suspensiones o éxtasis, no era (…). En una ocasión me parece, di a aquellos indios unos rosarios; yo los tenía conmigo y se los repartí, y los rosarios no los vi más. El modo al que yo más me arrimo, que más cierto me parece, fue aparecerse un ángel allí en mi figura, y predicarlos, y catequizarlos, y mostrarme acá a mí el Señor lo que pasaba para el efecto de la oración, porque el verme a mí allá los indios fue cierto».
 
La absolución del Santo Oficio acrecentó aún más su fama en la localidad; hasta su muerte, ocurrida el 24 de mayo de 1665, y salvo un paréntesis de tres años, ejerció como abadesa del Convento. Pero el de la bilocación no fue el único don sobrenatural de la agredense: aseguraba que escribió Mística Ciudad de Dios, obra dirigida a defender el dogma de la Inmaculada Concepción, al dictado de la misma madre de Cristo.
 
Delatada a la Inquisición, la Mística resultó prohibida por Roma en 1681, obligando al monarca Carlos II a intervenir ante el papa para rehabilitarla.
 
Con tales antecedentes, y a pesar de los múltiples milagros que se la achacan, desde un principio su canonización se antojó harto difícil. Iniciada por la Congregación de Ritos en 1672, Clemente X la retomó con fuerza en 1765. En Ágreda aún esperan su materialización. A lo más que se ha llegado, por el momento, ha sido a declararla Venerable por sus virtudes.
 
*Nota: Os recomendamos el libro de Javier SIerra, "La Dama Azul".
 

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