Analizan el legado astronómico de los pueblos de Mesoamérica
MÉXICO, DF. Representaciones de objetos celestes en petrograbados, esculturas, calendarios y deidades asociadas al Sol y la Luna, muestran el conocimiento en la materia que tuvieron las antiguas culturas mesoamericanas; en el diseño de su arquitectura y urbanización, dejaron su legado de predicción de eclipses, ciclos lunares, calendarios y orientaciones astronómicas. En esto coincidieron arqueólogos y astrónomos reunidos en el Congreso Cantos de Mesoamérica, organizado por los institutos de Astronomía (IA) y de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para propiciar un acercamiento de las investigaciones de ambas disciplinas. “En el México prehispánico hubo una extraordinaria hazaña de observación que fue constante y duró varios siglos; ese análisis directo significaba una especie de política de Estado de largo aliento, que hoy no existe como proyecto de nación”, afirmó José Franco López, director del IA. Por su parte, el director del IIA, Carlos Serrano Sánchez, añadió que el congreso “es una feliz conjunción entre astronomía y arqueología, porque es necesario romper las fronteras disciplinarias y acercar las perspectivas que sobre la astronomía mesoamericana tienen ambos campos de estudio”. En tanto, Luis Alberto Martos, de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, destacó que la arqueo-astronomía es una área relativamente nueva, que une a ambas un interesante trabajo conjunto. Tres mil años de astronomía En el auditorio París Pishmish del IA, Daniel Flores Gutiérrez, investigador de Astronomía y uno de los organizadores del evento, recordó que esa actividad en el México prehispánico comenzó a desarrollarse hace más de tres mil años. Entonces, inició la construcción de pequeños centros político-religiosos que, a partir de un sentido utilitario dirigido al cálculo de los ciclos estacionales anuales, evolucionaron hasta convertirse en los grandes conjuntos arquitectónicos de las ciudades mesoamericanas, algunos conocidos como observatorios. Por su parte, el arqueólogo Jorge Angulo Villaseñor, de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH explicó que, además de los aztecas, en Egipto, Mesopotamia e India adoraron a seres mitológicos que representaban al Sol. “Las deidades solares son frecuentes en todas las civilizaciones antiguas. En Egipto Isis era una de ellas, y el león alado sumerio, en Mesopotamia”, ejemplificó el especialista en Teotihuacán. Para los aztecas, la deidad solar fue Tonatiuh, que significa “el que va brillando”, por ser el quinto sol y el primero que se movió, destacó. Para los aztecas, Tonatiuh era el responsable de sostener al Universo, y bajo su cargo también estaba el paraíso llamado Tollán, al que solamente podían entrar los guerreros muertos en combate y las mujeres que perecían al dar a luz, concluyó. |
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