Roswell en Barbate
Misterios de verano
Roswell, Barbate
César Rufino
Esta noche, miles de sevillanos van a hablar de ovnis. Primero, porque eso es lo que se hace en verano cuando están las familias en las playas o en los patios a la espera del fresco (eso y despellejar a algún pariente político, que no es el caso);segundo, porque es más que probable que alguien del corrillo, amparado de los mosquitos bajo la inmensa oscuridad de las estrellas, crea divisar alguna luz sospechosa que cambia de intensidad y se mueve de forma rara: la costa andaluza es un referente mundial en este tipo de avistamientos. De hecho, como explica el investigador y divulgador de enigmas José Manuel García Bautista, Cádiz es la provincia peninsular con mayor historial de presuntas apariciones extraterrestres.
Tan es así que sólo la proverbial capacidad de los españoles para dejar pasar oportunidades impidió que la historia del fenómeno ovni comenzara en España y que en vez de platillos volantes se llamaran lebrillos volantes. Estarán hartos de oír, si acaso les ha interesado alguna vez el tema, que el comienzo de la ufología se fecha oficialmente en 1947 cuando el aviador estadounidense Kenneth Arnold vio pasar unos cuantos objetos cuyos movimientos bruscos comparó con los de un disco lanzado sobre el agua. Pues bien: tres años antes, en agosto de 1944, en la onubense Arroyomolinos de León, un enorme y refulgente objeto discoidal, a 300 metros de altitud, no es ya que se apareciera sino que iluminó un monte entero. Lo cuenta García Bautista, que, en un repaso a lo más granado del historial de avistamientos en Huelva y Cádiz (donde están ahora mismo o van a estar muy pronto al menos la mitad de los sevillanos), cuenta algunos casos que ponen los vellos de punta.
¿Que los ovnis se esconden? Bueno, puede ser. Uno de 40 metros de diámetro se escondió ante miles de personas ni más ni menos que sobre la Catedral de Cádiz, hace ahora treinta años. ¿Que los testigos están como una cabra o buscan notoriedad? No sería, que se sepa, el caso del rejoneador Rafael Peralta. Según la citada fuente, el 25 de julio de 1982, hacia las cuatro de la mañana, el citado iba hacia Punta Umbría (Huelva) cuando, a la altura de El Rompido, vio al borde de la carretera “unas extrañas luces rojas y amarillas que destacaban en la soledad y oscuridad de aquel lugar”. José Manuel García anotó las palabras de Peralta acerca de ese suceso:“Yo jamás había visto nada así en toda mi vida. Era como un plato o una bandeja metálica iluminada, tremendo.”
Creyendo que podía tratarse de un accidente de algún tipo, Rafael Peralta fue a prestar auxilio cuando se encontró cara a cara con lo que cualquier persona que haya visto alguna vez la tele definiría como una nave extraterrestre. Más aún: al lado de ese armatoste metálico sin hendiduras ni puertas ni nada, había una criatura de tres metros y apariencia robótica. El desenlace de este episodio:que el rejoneador se montó en su Mercedes y salió pitando de allí, y que el alienígena hizo lo propio con su nave y se dirigió Atlántico adentro.
Roswell, nombre sagrado donde los haya para los incondicionales de los ovnis, por aquél que se estrelló en ese pueblo de Nuevo México en julio de 1947 (dicho por las autoridades, aunque luego se retractaron), un mes después de lo de Arnold. Cádiz y Huelva también tienen sus propios Roswell: Barbate (verano de 1996, un ovni va dando bandazos y acaba estrellándose con una gran explosión en los pinares del parque natural de la Breña) y Ayamonte (lo mismo, pero en marzo de 1987 y con un objeto envuelto en llamas).
El caso de Barbate fue tan sonado que el diputado de IU Willy Meyer preguntó formalmente al Gobierno por el asunto y por lo que pudiera haberse hallado en el rastreo del lugar del accidente. La respuesta, nuevamente traída por García Bautista, decía que efectuadas las averiguaciones oportunas por los órganos con competencias sobre la actividad aérea en la zona de referencia, lo que incluye al Servicio de Operaciones de la USNavy en la Base de Rota, el Ministerio de Defensa no ha encontrado ninguna constancia relativa a este incidente.
La crónica ufológica de esas costas donde los sevillanos andan reponiéndose o en vías de reponerse, a la espera de una Primitiva, no se limita a artefactos misteriosos y luces más o menos extrañas en el cielo. Conil (Cádiz) registró en septiembre de 1989 uno de los sucesos más sonados cuando, tras unos fenómenos luminosos que un grupo de cinco testigos calificó como ovnis, paarecieron en la playa, salidos del mar, unos extraños humanoides que, tras sepultarse en la arena, adquirieron plena forma humana, salieron de la playa y se perdieron por el pueblo. Hasta una formación de ocho o diez presuntas naves alienígenas llegó a verse sobre el Campo de Gibraltar en febrero de 1997, según testimonios de diversos testigos establecidos en parajes distintos.
Todo esto, aportado a estas páginas por el citado divulgador José Manuel García Bautista, no es más que un mínimo ejemplo del amplísimo, inabarcable repertorio de rarezas celestes que esas playas vienen produciendo. Mazagón, Huelva, Punta Umbría, La Antilla (espectacular persecución de un ovni a un médico que iba coche durante todo el trayecto hasta Sevilla, en agosto de 1980), Tarifa, Algeciras... Que se sepa, todavía no han hecho daño a nadie sino, muy al contrario, han ayudado a encontrar conversaciones sensacionales para las largas noches del verano, tan dadas ellas a la fantasía filosófica. Eso, tan importante, han hecho los ovnis por la humanidad. Lo crea o no.
De utilidad: José Manuel García Bautista ha escrito, solo o en compañía de otros investigadores de lo paranormal, varias espléndidas guías temáticas del misterio cuyo elemento común es que versan sobre Sevilla: desde las casas encantadas hasta los ovnis, pasando por toda suerte de espécimen, fenómeno o tradición digna de figurar en los más bellos anales de lo fantástico. Le publica la editorial La Máquina China, y junto con, el excelente investigador,Jordi Fernandez son autores de la "GUÍA SECRETA DE SEVILLA",la trilogía más aclamada y exitosa de Sevilla.
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