Las civilizaciones antediluvianas: ¿mito o realidad?
Para la arqueología oficial el Homo Sapiens, quien habría evolucionado en África hace 130 milenios, se extendió por toda Eurasia desde hace 100 mil años hasta ahora. Hace 40 milenios llegó hasta Australia, mientras que sólo hace 14 llegó al Nuevo Mundo, atravesando la pradera llamada Beringia (actual estrecho de Bering). Según esta teoría, apenas hace 10 mil años el hombre se volvió sedentario desarrollando la agricultura y dando inicio a la fundación de los primeros centros habitados. (Jericó, 8000 A.C).
Sin embargo existen numerosas críticas de esta hipótesis, que sostienen no sólo la inexactitud de estos datos, sino además la posibilidad de que el hombre haya desarrollado civilizaciones organizadas antes del 9500 A.C.
De hecho el Homo Sapiens habría podido, en el curso de los 130 milenios desde que apareció sobre la tierra, desarrollar varias civilizaciones agrestes o marítimas, tal vez desarrolladas en planos diferentes al actual, más espirituales o menos apegadas al materialismo, por ejemplo.
En el curso de los últimos años, algunos arqueólogos han encontrado en América restos de antiguos colonizadores, que ponen en discusión las teorías oficiales y llevan a reconsiderar la historia del hombre, no sólo con lo que tiene que ver con América, sino con todo el planeta.
La arqueóloga brasilera Niede Guidon (apoyada por varios estudiosos de fama internacional) ha encontrado restos de Homines Sapiens arcaicos en el Piauí (norte de Brasil, a 700 kilómetros aproximadamente de la costa atlántica), que datan de hace 12.000 años. Sin embargo las dataciones con el método de carbón 14 han probado que algunos fogones fueron utilizados en la zona objeto de estudio hace 60 milenios. Esta prueba pone en discusión la teoría oficial de la población de las Américas según la cual los primeros habitantes del Nuevo Mundo pertenecían a la cultura Clovis. (desierto del Nuevo México) hace 13 milenios de años.
En el Nuevo mundo se encontraron hallazgos que prueban la presencia arcaica del hombre, por ejemplo en Monte Verde, Chile, que datan de hace 33000 años.
Es así como la reconocida teoría de la población de las Américas cae y debe ser completada por otras hipótesis que consideren la colonización del Nuevo Mundo directamente desde África, pero también desde Melanesia.
Todo esto pone bajo una nueva óptica el periodo durante el cual el Homo Sapiens colonizó la Tierra, desde hace 100 milenios hasta ahora.
Ahora, si consideramos que durante este largo lapso, la glaciación de Wisconsin-Wurm (que duró desde hace 110 hasta 11,5 milenios) estaba en su mayor punto, se puede afirmar que el nivel de los mares era más bajo, casi 120 metros respecto al actual. Esto le permitiría al hombre moverse con mayor facilidad a través de los océanos precisamente porque muchas tierras, ahora sumergidas, afloraban sobre la superficie de los mares.
¿Es posible que algunos grupos de humanos, pertenecientes a etnias todavía hoy desconocidas, hayan fundado ciudades costeras, que sucesivamente fueron borradas por terribles inundaciones?
En efecto muchas culturas han dejado obras literarias en las cuales se habla de un diluvio, o de un periodo de trastornos climáticos excepcionales: Atrahasis (mito sumerio), la epopeya de Gilgamesh
(leyenda babilónica), la Biblia (historia de los hebreos), Shujing (clásico de la historia china), Matsya Purana y Shatapatha Brahmana (textos sagrados de los hindúes que datan del primer milenio antes de Cristo), Timeo y Crizia de Platón (Grecia), el Popul Vuh de la civilización Maya, citando sólo algunos. Según muchos investigadores de frontera, pero últimamente también varios geólogos y climatólogos, el diluvio universal fue precisamente el fin de la era glacial, y sucedió hace aproximadamente 11,5 milenios.
Algunos investigadores del siglo XX han hecho la hipótesis de que los sobrevivientes de algunas de estas civilizaciones antediluvianas se hayan refugiado en otros lugares internos de los continentes, en particular en Sur América, donde habrían fundado algunas ciudades y sembrado las bases para nuevas colonizaciones.
El primer investigador que sostuvo esta tesis fue el más grande aventurero del siglo XX, el coronel inglés Percy Harrison Fawcett. Como base de sus convicciones encontró el manuscrito (n 512) conservado en la Biblioteca Nacional de Rio de Janeiro, en el cual estaba descrito el descubrimiento por parte del bandeirante Francisco Raposo, en 1743, de una ciudad de piedra inalcanzable, escondida en la selva de Mato Grosso, no lejos del río Xingú.
Fawcett partió varias veces después del 1920, explorando la selva comprendida entre el río Xingú y el rió Araguaia, en la altura de la Serra do Roncador.
Su desaparición precisamente en el área forestal de la Serra do Roncador, a finales de mayo de 1925, no hizo más que revivir la leyenda de una misteriosa ciudad antediluviana, que se tragó al explorador, a su hijo Jack y a un amigo que participaba de la expedición.
Otro que sostiene la tesis de que los sobrevivientes del diluvio se refugiaron en Sur América fue el austríaco Arthur Posnasky, que, en su libro Tiwanacu, el lugar del origen del hombre americano, indica que el sitio arqueológico cercano al lago Titicaca tendría una fecha de fundación que ascendería al 10000 A.C
Las pirámides de Pantiacolla (o Paratoari), extrañas formaciones simétricas que se erigen, cubiertas de vegetación, no lejos del río Alto Madre de Dios (Perú) también son señaladas por algunos como centros de energía utilizada por pueblos antediluvianos que se refugiaron en la selva amazónica hace muchos milenios.
La hipótesis de civilizaciones antediluvianas fueron apoyadas últimamente por algunos hallazgos excepcionales, efectuados bajo el nivel del mar hasta 900 metros de profundidad.
El primer descubrimiento fascinante sucedió en septiembre de 1968, cuando el Doctor Valentine, mientras estaba nadando a lo largo de la isla de Bimini, en las Bahamas, observó una calle pavimentada con enormes bloques de piedra rectangulares y poligonales. Según algunos, estas piedras ciclópicas, perfectamente esculpidas y con longitudes de hasta 5 metros, se asemejan mucho a las piedras de Sacsayhuaman, la imponente estructura situada a pocos kilómetros de Cusco, a 3300 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Algunos escépticos sostienen que la famosa calle de Bimini no es más que un fenómeno natural llamado "calle adoquinada", que tiene origen cuando la cresta terrestre es sometida a tensión y entonces se fractura en bloques regulares. Para otros en cambio, como para el mismo Valentine, pero también para el lingüista y escritor Charles Berlitz, y el arqueólogo subacuático Robert Marx, el origen de la calle de Bimini es artificial y viene desde la era glacial.
El segundo encuentro interesante, tuvo lugar en el 1969. La tripulación del submarino estadounidense Aluminaut, descubrió casualmente, en el fondo de la Florida, a 900 metros de profundidad, otra calle de 20 kilómetros compuesta de aluminio, sílice y óxido de magnesio. Aún hoy no se sabe si la misteriosa vía submarina sea obra de una civilización desarrollada o simplemente una broma de la naturaleza.
En 1987 se encontraron a lo largo de la isla Yonaguni, la más austral de las islas Ryukyu, en Japón, extrañas formaciones megalíticas, desde los 40 metros de profundidad.
El científico Maaki Kimura visitó las estructuras subacuáticas y después de estudios cuidadosos llegó a la conclusión de que el autor de aquella obra ciclópea pudo haber sido solo el hombre. El llamado monumento Yonaguni, conocido también como la tortuga es una gran estructura de roca rectangular de 150 x 40 metros de base y 27 metros de altura. La cima del monumento se encuentra a cinco metros bajo el nivel del agua. Según el arqueólogo subacuático Sean Kingsley, en cambio, estos extraños monumentos subacuáticos pueden haber sido modificados por el hombre en una época previa al diluvio, cuando los glaciales cubrían gran parte del hemisferio boreal y el nivel de los mares era más bajo que el actual.
En el año 2000 el instituto nacional de Tecnología Marina de la India anunció el encuentro, en el lecho marino cerca la costa del estado de Gujarat, a 40 metros de profundidad, estructuras megalíticas similares a una ciudad. Algunos arqueólogos hindúes refutaron esta noticia, diciendo que había sido difundida sin seguir estrictamente los cánones arqueológicos pero sobre todo por motivos políticos, para conceder a la India el orgullo de haber dado los ancestros de la primera civilización del mundo.
Sin embargo en el 2001 el Ministro para la ciencia y la tecnología Murli Manohar Joshi anunció oficialmente el descubrimiento: las estructuras sumergidas encontradas en el golfo de Khambhat (Cambay), son los restos de una ciudad antigua que fue destruída por inundaciones imprevistas. Se afirmó también que las ruinas demuestran una notable similitud con los restos de las civilizaciones del valle del Indo, que se desarrollaron en Harappa y en Mohenjo-Daro alrededor del 2700 A.C.
Finalizando el 2001 se encontraron fragmentos de leña carbonizada cerca a la ciudad sumergida, que fueron datados, con el método del carbón 14, 9500 años antes de Cristo. En el 2003 y 2004 el instituto Nacional de tecnología Marina de la India realizó otras exploraciones subacuáticas, durante las cuales se encontraron pedazos de cerámica, indicios de actividades artísticas y artesanales de un pueblo antiguo. Los hallazgos fueron enviados a algunos laboratorios hindúes y europeos, y por medio del método de la termo luminiscencia, fueron fechados de hace 31 milenios. El geólogo hindú Batrinaryan confirmó la autenticidad de los encuentros, sosteniendo que las reliquias fueron sometidas a un análisis con la técnica de difracción de rayos X. Con base en estos hallazgos la ciudad sumergida de Khambhat habrías sido la más antigua del mundo, existiendo desde hace 31 milenios de años.
En mayo del 2001 la oceanógrafa canadiense Paulina Zelitsky, responsable de la Advance Digital Communications Company, describió los resultados de una exploración marina en el mar Caribe llamada Exploramar. Utilizando un sofisticado robot, dotado de un sonar, magnetómetro y videocámara, que fue transportado a las profundidades marinas y guiado a distancia con un cable de fibra óptica, fue posible hacer el mapa de la zona del fondo inmersa, y los resultados fueron increíbles.
Se encontraron estructuras megalíticas situadas a más de 600 metros de profundidad a lo largo del Cabo San Antonio, o península Guanahacabibes, en el extremo oeste de la isla de Cuba. Las extrañas formaciones sumergidas, cubos, paralelepípedos y pirámides, se extienden por más de 20 kilómetros cuadrados. Por su tamaño y complejidad, fueron bautizadas Mega.
Para muchos es simplemente una ciudad imposible, que no se puede explicar con las técnicas científicas actuales. Para otros en cambio, las enormes piedras esculpidas son los restos de antiguos muros gigantescos , ya que después de un análisis atento se llega a la conclusión de que en algún momento estas paredes estuvieron expuestas a los agentes atmosféricos, puesto que se encuentran oxidadas. Además con base en las fotografías y en los videos divulgados, se nota que existen estructuras repetitivas como si fueran muros utilizados para habitaciones. El geólogo Manuel Iturralde, que participó en la investigación, sostiene que es posible que las ruinas sumergidas sean atribuibles a una civilización antediluviana, que sería del décimo milenio antes de Cristo.
Después de todos estos descubrimientos se puede llegar a la conclusión de que las posibilidades de que hayan existido otras etnias antediluvianas son numerosas. De hecho el estudio del largo periodo de tiempo durante el cual el Homo Sapiens ha dominado el planeta (130 milenios) está sólo al inicio: parece bastante limitado pensar que sólo a partir del 8000 a.C. haya nacido la civilización.
Nuestra visión que define la civilización como una sociedad de personas que practican agricultura y viven en pueblos, dándose reglas comunes de comportamiento, podría ser incompleta. Probablemente algunos grupos de humanos, así no consigan niveles tecnológicos avanzados, desarrollaron una red de comunicación marítima y practicaban el comercio basado en el trueque. No habían previsto que la naturaleza puede ser a veces brutal, y muchos de ellos murieron durante los trastornos climáticos del final de la glaciación. Es verosímil pensar que los sobrevivientes si adentraron al interior de los continentes, donde después se mezclaron con sus semejantes, que habían vivido en el interior durante muchos milenios.
La prueba definitiva de estas hipótesis aún no ha sido demostrada. Probablemente Sur América, que con sus selvas aún hoy impenetrables, encierra el misterio de una civilización antediluviana que prosperó durante la larga era glacial. Estamos en los inicios de este emocionante desafío. Nuestro pasado lejano, podría darnos preciosa información no sólo sobre nuestros orígenes, sino también sobre como afrontar el futuro, a menudo denso de nubes amenazantes.
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Francisco -