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Voces del Misterio

Osuna, la ciudad ducal en la campiña sevillana

 
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Dicen que en Osuna se encuentra una de las dos calles más hermosas del continente europeo: la calle de San Pedro. Se trata de una de las vías principales de esta localidad, que no en vano "pasea" por el mundo el título de "Ciudad Monumental", atrayendo a numerosos turistas y amantes del arte.

   Los orígenes de Osuna se remontan a la prehistoria, época de la que se han encontrado vestigios cerámicos y útiles de piedra pertenecientes al Neolítico y Eneolítico, aunque, más tardíamente, se puede fijar su origen hacia el año 1000 a.C., que se supone la fecha en que se estableció la población tartésica.

   Los romanos fueron los primeros en descubrir el interés estratégico de la zona: de hecho, Publio y Cneo Escipión establecieron en Osuna su campamento de invierno allá por el 211 a.C. Al parecer, durante la II Guerra Púnica la ciudad tomó partido por Roma, lo que no impidió la ocupación temporal de los cartagineses.

   La importancia de la ciudad fue tanta que llegó a acuñar una moneda local, el "urson", durante el mandato de César, quien también le concedió el privilegio de contar con una ley propia, que fue recogida en una serie de tablas de bronce. Esa importancia adquirida durante la etapa romana decreció durante la dominación árabe, pero resurgió tras la conquista cristiana por el rey Fernando III en 1239. Alfonso Xel Sabio la cedió 25 años después a la Orden de Calatrava y posteriormente, pasó a ser señorío propiedad de la Casa de Ureña, origen del Ducado de Osuna. Uno de los miembros de esta familia, Don Juan Téllez-Girón, en el siglo XVI, la dotó de Colegiata y Universidad, así como de diversos monasterios y hospitales. Así, la historia de la villa se vincula directamente a la Casa de Osuna, hasta su caída en el siglo XIX.

   El patrimonio arquitectónico civil de Osuna es uno de los más bellos y ricos de Andalucía. Y una vez más, en gran parte esta riqueza va unida a la Casa de Osuna. No en vano, la etapa de mayor esplendor que, gracias al mecenazgo de los duques, vivió la ciudad durante los siglos XVI y XVII, tuvo como consecuencia la ampliación del núcleo urbano con la construcción de un buen número de viviendas de hermosas fachadas que aún se conservan, ya que los interiores han sido reformados en gran medida. Sin embargo, los mejores ejemplos de edificaciones datan del XVIII, siglo durante el que se produce una nueva etapa de prosperidad.

   Una característica fundamental de las construcciones ursaonenses es la utilización del sillar. De hecho, aún hoy podemos visitar las canteras de las que se extraía la piedra desde antes de la ocupación romana, conjunto que constituye un paisaje espectacular.

   Algunos buenos ejemplos de viviendas del XVI se pueden contemplar en la zona comprendida entre la Iglesia de la Merced y la de Santo Domingo. Pero, como ya hemos mencionado, los edificios más interesantes pertenecen al XVIII, y se localizan principalmente en la calle de Sevilla y en la calle de San Pedro. Vale la pena visitar la Cilla del Cabildo, la antigua Audiencia, el Arco de la Pastoria y los Palacios del del Marqués de la Gomera (ejemplo más representativo del barroco civil de Osuna); de los Cepeda y de Govantes y Herdara para saborear el rico legado civil de la ciudad.

   Osuna ha sido históricamente una ciudad estructural y culturalmente muy vinculada a la Iglesia, al menos hasta el siglo XIX, en cuyos inicios existían aún más de treinta templos donde se celebraba misa diariamente, además de dieciséis conventos y setecientas treinta personas empleadas en actividades eclesiásticas, entre sacerdotes, monjas y seglares.
   La magnífica y sorprendente Colegiata de Osuna fue fundada por Don Juan Téllez Girón, IV conde de Ureña y padre del primer duque de Osuna, quien comenzó las obras del edificio en 1526, años antes de obtener la bula papal para su construcción.

   Este templo, de estilo renacentista, sustituyó a la antigua iglesia parroquial medieval, y actualmente no se sabe con exactitud quienes fueron sus arquitectos, aunque si parece demostrada la intervención de Diego de Riaño y Martín de Gainza.

   Pese a su grandiosidad, los duques nunca fueron muy generosos a la hora de dotarla económicamente, por lo que siempre arrastró una cierta penuria que afectó al personal que la servía, ya fueran altos cargos eclesiásticos o músicos.

   Por el contrario, el tesoro de la Colegiata era muy valioso, ya que la Casa de Osuna y las diferentes autoridades religiosas fueron espléndidas con las dádivas dedicadas a su equipamiento y ornamentación.

   Entre las numerosas obras de arte que guarda en su interior podemos destacar: el Retablo Mayor barroco, que consta de 107 esculturas, así como el de la Virgen de los Reyes, de Santiago Fernández; una hermosa talla de Juan de Mesa que representa al Cristo de la Misericordia; una espléndida colección pictórica de José de Ribera 'El Españoleto', formada por Las lágrimas de San Pedro, San Jerónimo y el ángel trompetero, Martirio de San Sebastián, Martirio de San Bartolomé y Expiración de Cristo; un valioso conjunto de orfebrería; y un órgano de mesa de finales del siglo XVI, el más antiguo de la provincia y uno de los más antiguos de España

   Uno de los grandes atractivos de este templo es el Panteón Ducal, que fue concebido como enterramiento para los miembros de esta casa nobiliaria y al que se accede a través de una portada renacentista de mármol policromado en negro y oro, y adornada con ángeles y diversos motivos funerarios. Consta este recinto de un bellísimo patio y de dos plantas subterráneas, una bajo la otra: la iglesia y la cripta.
Otras visitas
- La Antigua Universidad: Fue fundada en 1548 por el IV Conde de Ureña, Don Juan Téllez de Girón, en memoria de sus padres y con el fin de luchar contra la reforma religiosa que se estaba produciendo en una parte de Europa. Aunque el conde la dotó con generosidad, desde su muerte la Universidad arrastró una penuria económica que le acompañó a lo largo de su historia. Constaba de cuatro facultades: la de Teología, la de Cánones y Leyes, la de Medicina y la de Artes. La primera fue la que atrajo a un mayor número de alumnos y la que produjo mejores frutos; sus catedráticos eran dominicos, agustinos, franciscanos y carmelitas, lo que, a veces, supuso problemas de convivencia a causa de la rivalidad entre las diferentes órdenes.
- El Museo Arqueológico: El Museo Arqueológico de Osuna se encuentra en la Torre del Agua. Este edificio fue una torre albarrana, es decir, un bastión adelantado de la fortificación almohade que rodeaba la ciudad construida en el siglo XII. Consta de cuatro salas repartidas en dos plantas. En ellas se exhiben restos prehistóricos, distintas piezas ibéricas, una magnífica colección de terracotas romanas, vidrios, instrumental médico o para tejer, restos musulmanes, ladrillos visigodos decorados, etc. En este museo podemos encontrar también las reproducciones de unas planchas de bronce y de unas figuras que representan toros. Los originales se conservan en el Museo del Louvre de París y en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, pese a que se encontraron en Osuna.
- El Convento de la Encarnación: Se trata de un recinto que se fundó originariamente como Hospital de la Encarnación del Hijo de Dios en 1549, y que contaba con salas separadas para enfermos agudos, crónicos y convalecientes, además de botica y estancias para niños abandonados, estructuración bastante avanzada para su época.
- La Iglesia de Santo Domingo: Fue la primera de las fundaciones llevadas a cabo por el IV conde de Ureña y tuvo lugar en 1531, en terreno de una ermita dedicada a San Sebastián y de una casa colindante a ella que servía de hospital. Aunque su construcción data del siglo XVI, como en muchos otros casos, fue reformada en el XVII y el XVIII. En la nave encontramos numerosas pinturas y tallas de gran valor, entre las que destaca un Cristo Atado a la Columna, de principios del siglo XV.
 
Fuente:
http://www.europapress.es/chance/viajes/noticia-osuna-ciudad-ducal-campina-sevillana-20100128110025.html


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