Blogia
Voces del Misterio

El corazón del misterio

Por: César Rufino
La Plaza de Santa Marta es el lugar más mágico de Sevilla. Foto: J.M. Cabello

Entre los dos centenares de correos electrónicos de los lectores, invitados hace una semana a elegir el lugar más mágico de Sevilla, predomina de forma muy destacada la recoleta, silente, singularísima Plaza de Santa Marta. Es curioso que muchos de los que la proponen lo hagan con la confesión previa de no saber por qué, matizada luego con todo tipo de epítetos fabulosos que intentan en vano afinar con la definición y que se resumen en uno: sobrecogedora. Pese a su aspecto apacible, su atmósfera conventual y su aplastante y casi molesta serenidad, diríase que tiene una faceta tal vez no inquietante, pero sí enigmática.

El lector Tomás Moreno destaca en su correo que “es utilizada para hacer sesiones de relajación” y que “cuando cae la tarde se vuelve aún más misteriosa, sobre todo por esas puertas siempre cerradas que le dan un aire más íntimo y recogido”. Bárbara Rubio explica su atracción hacia este lugar con otras palabras pero con el mismo espíritu: “No sé si es por su escasa luz, por su frescura, por los naranjos que cubren el cielo, por sus paredes blancas y sus balcones cerrados, por su enclave, por su soledad o porque simplemente hay algo especial en este lugar que me cautiva.” Manuel Cordero añade a estas sensaciones el eco de los vencejos y de las campanas de la Giralda. Y así, uno tras otro, decenas de sevillanos de nacimiento o adopción compiten por encontrarle al adjetivo preciso a esta placita empedrada cuyo último uso conocido fue, en los años setenta, el de mercadillo dominical de sellos y monedas, pero que esconde mucho más.

Empezando por el impresionante ciprés, casi impropio de aquel paisaje si uno se fija, que custodia la entrada al retorcido callejón desde la Plaza de la Virgen de los Reyes. Para varios lectores, este enclave comparte la sensación mágica que transmite todo el Barrio de Santa Cruz: “Cuando paseas por sus callejuelas”, comenta otro lector desde Palomares del Río, “notas la presencia de alguien que está detrás de ti, te vuelves y no hay nadie”. Ciprés de convento, porque aquello lo fue (el de SantaMarta), pero también de cementerio, lo cual retrotrae la memoria hasta aquella antigua Mezquita de los Ossos o de los Huesos que se erigió en el lugar. Desde el ciprés de origen desconocido hasta la sencilla y reluciente cruz que gobierna la plazoleta, obra de Diego de Alcaraz en el siglo XVI: una cruz que estuvo antes en uno de los lugares con mayor carga de dolor, enfermedad y muerte de toda Sevilla, el Hospital de San Lázaro, sobre el que abundan las historias de espectros y fenómenos extraños.

Para mayor entronque con lo misterioso y lo excepcional, en esta plazuela murió en 1548 uno de los hombres más excepcionales y, si hay que hacer caso a su leyenda, santo hasta el extremo de protagonizar prodigios sobrenaturales, como sanar a enfermos y levitar: el Venerable Contreras, de nombre Fernando, sacerdote abnegado, redentor de cautivos del turco y humilde hasta el extremo de rechazar un obispado, el de Guadix, para poder proseguir con su vida sencilla, entregado a sus semejantes.

También en esta plaza murió el poderosísimo y extraordinario Mateo Vázquez de Leca, cuya vida habría sido digna de la mejor novela de Alejandro Dumas; como también, según la leyenda, fue raptada en ella Doña Inés por esa personificación de la codicia, la depravación y el desenfreno llamada Don Juan Tenorio.

Ochocientos años de historias, leyendas, misterios y olvidos soporta este rincón tan especial, el predilecto de los lectores de El Correo de entre todos los espacios mágicos de la ciudad, aunque no el único: Triana, la Catedral, todo el Barrio de Santa Cruz repleto de presencias extrañas, el Alcázar con sus sótanos y jardines, los antiguos hospitales de Sevilla, los viejos patios del Rectorado cuando al fin quedan solos en la noche... Docenas de calles, plazas y edificios que forman parte de una extraordinaria ruta emocional de Sevilla imposible de desentrañar con sólo cinco sentidos.

Algunas de las etapas en la ruta propuesta por los lectores:

Residencia de ancianos de San Juan de Dios. “Allí se ven, se sienten y se escuchan cosas, porque yo mismo las sentí, vi y oí (Eloísa Rodríguez).

Sótanos de la Catedral. “Es un lugar lóbrego” y, “según contaba el antiguo campanero de la Giralda, algunas veces, entre las 11y la 1 de la madrugada, se oía el sonido de pasos moviendo las calaveras” (J. Antonio Japón).

Parlamento de Andalucía. “Hay una zona que es un círculo señalado en el suelo”dentro del cual “siento algo especial, no sé si negativo o positivo, pero sí raro y sobrenatural” (Nemo Satin).

La Judería. “Hasta el Patio de Banderas, esas casas de ese callejón... Siempre me he sentido observa- do en esa calle por algo o por alguien” David Cabeza.

Mercado de Triana. “Me dan escalofríos cuando entro en el aparcamiento subterráneo”, dice la lectora. “Es una sensación de voces y sonidos lejanos que se palpan en el ambiente” (Lola Márquez).

Facultad de Bellas Artes. “Todo el tiempo transcurrido allí ha sido de nerviosismo, pues sin saber muy bien cómo o por qué, notaba como si no estuviera solo” (Manuel García).

Plaza del Cristo de Burgos. “Cuando me siento en sus bancos siento que hay magia en el ambiente, que hay algo fuera de lo normal” y “mirando uno de los enormes árboles que hay, es como si me llamara, como si me quisiera decir algo” (José Manuel Luna).

0 comentarios