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Voces del Misterio

La protoescritura y la deformación craneal de la civilización Paracas

La protoescritura y la deformación craneal de la civilización Paracas 

El nombre Paracas deriva del quechua para (lluvia) y acco (arena), o bien, lluvia de arena. El área donde surgió esta importante cultura peruana, es en efecto un enorme desierto situado al sur de Lima, donde probablemente en el pasado hubo frecuentes tempestades de arena. Fue justamente la excepcional aridez del clima la que permitió que se conservara un inmenso tesoro arqueológico cuyo estudio nos llevó a reconstruir la vida de este antiguo pueblo. En la zona del Cerro Colorado se hallaron los cementerios conocidos por el nombre de Cavernas y Necrópolis. Pero, ¿a qué época se remonta esta cultura?
El arqueólogo francés Federico Engels encontró los restos de algunos vegetales cultivados (tomate y mandioca) de hace unos 7000 años antes de Cristo, según los resultados de la datación hecha con el método del carbono 14.
 
Por consiguiente, la agricultura Paracas parece ser una de las más antiguas de América. No obstante, fue alrededor del 3000 a.C. cuando algunos agricultores y pescadores se establecieron cerca a la península de Paracas, dando inicio a una de las más asombrosas culturas peruanas, la cual se destacó por sus maravillosos tejidos y por la enigmática práctica de la deformación craneal.

Fue en 1927 cuando el más grande arqueólogo peruano, Julio C. Tello, descubrió algunas tumbas localizadas en el Cerro Colorado y empezó a analizarlas científicamente. Estos sepulcros eran totalmente invisibles, puesto que estaban escondidos bajo un estrato de tierra y arena de unos 5 metros de espesor, a los cuales se accede, por lo general, introduciéndose en un tubo de aproximadamente 3 metros que conduce a la cámara funeraria, comúnmente ovalada, de 1,2 metros de altura y con un diámetro de alrededor 4 metros. El número de cadáveres hallados en el interior varía mucho: suelen ser 4 o 5 (los miembros de la familia), pero a veces se han encontrado decenas (pertenecientes al clan). La mayoría de las momias está en posición fetal y tiene el cráneo deformado (además, la mitad de los cráneos presenta signos de cirugía cerebral, lo que quiere decir que éstos fueron trepanados por motivos desconocidos).

Normalmente, en las tumbas hay varias ofrendas, como por ejemplo collares de spondilus, instrumentos para arar, pescar, cazar, estatuillas, bolsos de algodón que contienen polvos usados para maquillarse, platos de cerámica y restos de cereales (maíz) o tubérculos (mandioca).

Según la arqueóloga Anne Roosvelt, la cerámica se originó inicialmente en Amazonía, aproximadamente 6000 años antes de Cristo. Chavín de Huántar la introdujo en Perú y a continuación se difundió en la zona andina el cultivo de los cereales, el arte textil y el uso de perros domesticados.
Alrededor del 1000 a.C., la iconografía dominante en el arte de Paracas, tanto plástica como pictórica, era el ser mítico que tiene las características de ave-serpiente-felino, típico en la tradición de Chavín de Huántar. Sólo a partir del 500 a.C. los símbolos chavinoides se sustituyeron por algunas metáforas de animales locales, como el zorro, la ballena y el halcón, que significan mucho para los habitantes de la costa y del desierto, tanto en lo que concierne a los ciclos naturales agrícolas como en lo que tiene que ver con los cambios de estaciones.

Una de las características más peculiares de la cultura Paracas fue la excelencia en el arte textil. En realidad, el telar ya se usaba a partir de Chavín de Huántar (mientras que en Caral se desconocía), donde se utilizaban incluso técnicas avanzadas para entrelazar y decorar las fibras. ¿Cómo y cuándo se efectuó el contacto entre las dos culturas? Realmente, Chavín no fue nunca la sede de una población numerosa, sino que fue un lugar ceremonial, algo parecido al oráculo de Delfos, en Grecia.

Posiblemente fueron justo algunos hombres de cultura Paracas quienes, durante sus peregrinajes a Chavín, asimilaron importantes conocimientos sobre el arte textil para introducirlos después en su tierra.

En algunas tumbas de Cavernas se hallaron excelsos vestidos de algodón que se remontan al 800 a.C., con colores vivos en perfecto estado de conservación, lo que comprueba que las técnicas de tintura habían alcanzado la excelencia y que se basaban en sustancias vegetales, minerales y también animales.
Estos tejidos pueden tener hasta 200 hilos por centímetro cuadrado. Algunos especialistas demostraron que se usaron hasta 190 tipos de tintas diferentes y que en ciertas ocasiones se agregaron hilos de oro, de plata, cabellos humanos y pelos de murciélagos. Los dibujos que se pueden identificar son matemáticamente perfectos y presentan una iconografía similar a las imágenes que se encuentran en las cerámicas de la cultura Nazca. Según el arqueólogo Jorge Quelle, estas representaciones gráficas forman un conjunto mágico-religioso que puede considerarse como una protoescritura silábica y por tanto, asumen un significado muy importante, comparable con los jeroglíficos egipcios o con los manuscritos de los Mayas.

Según J.C. Tello, un particular tejido decorado con 21 imágenes diferentes no era otra cosa que un calendario lunar. También la investigadora Victoria de la Jara sostiene que la protoescritura Paracas es la más antigua de América, la cual, a mi modo de ver, se puede considerar una forma de comunicación simbólica que, sin embargo, asumió también un significado mágico y esotérico, uniendo el mundo del hoy, o bien la realidad del tiempo, con el inframundo (serpiente) y con el cielo (o mundo del futuro, cuyo símbolo es el ave, cercana al Sol). Según Victoria de la Jara, el cambio de posición de algunos símbolos en diferentes tejidos, llamados Unku, podría representar un calendario basado en el cálculo del tiempo necesario para el crecimiento de algunas plantas importantes (maíz, patatas y mandioca).
El minucioso análisis de varios de estos tejidos permitió distinguir hasta 400 símbolos distintos que se pueden dividir en tres categorías: los pronósticos o las profecías, las observaciones astronómicas y algunos símbolos complicados, por ahora indescifrables. Este sistema simbólico-ideográfico parece que se sirvió de algunas fórmulas matemáticas empleadas para el cálculo de los solsticios y equinoccios, todo para formar una especie de religión esotérica practicada con fines agrícolas, o bien para propiciar la fertilidad de los campos y por consiguiente, la de toda la sociedad.

J.C. Tello encontró, en el cementerio de Necrópolis, algunos recintos rectangulares, sumergidos en la arena. En total, se recuperaron unas 429 momias cuyos vestidos se hallaban casi en perfecto estado de conservación. También aquí las dataciones hechas con el carbono 14 confirmaron que este asombroso hallazgo posee una antigüedad que se remonta al 800 a.C. Extrañamente, estas momias eran todas de hombres en edad avanzada, vestidos con suntuosos hábitos, adornados con collares de piedras preciosas y spondilus, y todas tenían el cráneo deformado cubierto con un raro turbante, llamado llauto. Alrededor de las momias había ofrendas a los Dioses: oro, algunos tejidos de óptima calidad llamados Unku, Esclavina o Uncucha y algunos objetos de cerámica con formas elegantes y delicadas, en general monocromáticas y no muy decoradas.

Durante las búsquedas efectuadas en el lugar, J.C. Tello halló una gran cantidad de cráneos deformados y trepanados.
Efectivamente, en muchas culturas del mundo antiguo, como en Egipto, China y Japón, se solía deformar el cráneo de los niños que pertenecían a castas altas, tanto por motivos religiosos como por diferenciación social. En América, esta extraña costumbre la habían adoptado muchas culturas: por ejemplo los pueblos de lengua Caribe y los Guane de Colombia, los Nazca de Perú y los Omagua con que se encontró Francisco de Orellana en su mítico viaje amazónico. Lo que es extraño y todavía inexplicable es por qué esta práctica innatural se desarrolló contemporáneamente en zonas de la Tierra tan distantes y sin vínculos entre sí.
La deformación craneal, que por lo general provocaba un alargamiento de la cabeza hacia arriba o hacia atrás, se podía obtener con varias técnicas, entre las cuales una de las más usadas era la frontal-occipital, que consistía en comprimir el cráneo del niño poniendo cuñas de madera apretadas por vendas tanto en la frente como en las sienes.

Algunos investigadores sugirieron que la deformación craneal se efectuaba no sólo para diferenciar un grupo de niños destinados a convertirse en sacerdotes, sino también para recordar a algunos personajes míticos con las mismas características craneales, que en un remoto pasado fueron importantes en determinadas situaciones. El estudioso Pedro Weis constató que el 45% de los cráneos hallados en el sitio de Cavernas fue sometido a la trepanación. Este es un enigma que se suma a un misterio. ¿Cuál fue la razón para trepanar cráneos deformados de difuntos?

Probablemente fue por motivos rituales y místicos que por ahora desconocemos, pero lo extraño es que se trepanaban también los cráneos de personas vivas, y esto se deduce de grandes cicatrices fácilmente visibles. Tello encontró también una especie de bolsa para instrumentos quirúrgicos, donde había fresadora de obsidiana, cincel de hueso, hoja afilada de oro, plata y cobre para cortar y otros pequeños objetos.
Según algunos cirujanos, la deformación craneal en las personas vivas tenía principalmente fines curativos (extirpación de tumores o hematomas). No se pueden descartar, sin embargo, otros motivos, ya que, según varios investigadores, se hacía para despertar en el individuo facultades parapsicológicas y proféticas, o para hacer resaltar particulares cualidades de carácter y mentales.

La cultura Paracas fue lentamente declinando alrededor del 100 d.C.
No se encontraron sepulturas que hagan pensar en epidemias o en guerras, por lo que la causa real de la desaparición de esta civilización es aún desconocida. ¿Fue una terrible Paraca (tempestad de arena) la que destruyó y arrasó con las florecientes ciudades costeras? En mi opinión, es posible que los habitantes de la zona se desplazaran lentamente hacia Nazca, quizá porque era una zona más húmeda durante aquel tiempo, dando inicio a otra cultura que absorbió muchas características de Paracas y que sucesivamente desarrolló algunas particularidades propias.
 
YURI LEVERATTO.
 
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