El diamante resucitado
Vuelto a tallar y rebautizado por su último dueño, el histórico y fabuloso diamante Wittelsbach será exhibido ante el público a finales de enero en el Museo de Historia Natural de Washington
El diamante Wittlesbach, ante un retrato de la infanta Margarita Teresa | ABC
PEDRO RODRÍGUEZ | WASHINGTON
Viernes , 08-01-10
Se dice que los diamantes son para toda la vida. Una perpetuidad que, en directa correlación con sus quilates, permite a estos carbonos cristalizados acumular extensas biografías de vanidades y prominencia histórica. Este es el caso del diamante Wittelsbach, que el próximo 28 de enero será expuesto al público en Washington.
Durante más de medio siglo, este famoso diamante azulado de más de 35 quilates ha permanecido en el anonimato pese a ser un portento de la gemología. Con antecedentes muy españoles desde su llegada a Europa en el siglo XVII, procedente de las legendarias minas de Golconda en la India, donde también habría salido su pariente mayor: el diamante Hope.
Toisón de Oro
Se sabe que Felipe IV se lo regaló en 1664 a la Infanta Margarita Teresa para marcar su compromiso con Leopoldo I de Austria. Y que estuvo montado en forma de broche de la Orden del Toisón de Oro. En 1722 pasó a la Familia Real de los Wittelsbach en Bavaria. Pero, tras la Primera Guerra Mundial, Bavaria se convirtió en república y las joyas de su dinastía fueron dispersadas. La última vez que pudo contemplarse fue en la Expo de Bruselas de 1958, antes de pasar a manos privadas.
Tras un largo y especulativo retiro, el Wittelsbach reapareció en diciembre de 2008 como la oferta más apabullante de una subasta celebrada en Londres por Christie’s. Las estimaciones apuntaban a un precio final de 15 millones de dólares. Pero, tras una vertiginosa puja, la histórica pieza fue vendida por 24,3 millones de dólares. Un precio sin precedente por una joya de siete gramos.
El ganador de esa subasta fue Laurence Graff, un potentado británico de los diamantes. Pero ahí no acaba la historia del Wittelsbach. Ya que el nuevo dueño, según confirmaba ayer el «New York Times», ha decidido reinventar su costosa propiedad. Para empezar, ha vuelto a tallar el diamante con el objetivo de eliminar los daños casi inevitables sufridos a lo largo de su larga historia, además de mejorar su calidad y brillo.
Ese proceso, no carente de polémica, ha supuesto una merma de 35,52 quilates a poco de más 31. El multimillonario también ha decidido rebautizar su tesoro incluyendo a partir de ahora su apellido: Wittelsbach-Graff. Además de llegar a un acuerdo de exhibición con la Institución Smithsonian para que el siguiente capítulo en la historia de ese resucitado diamante pueda admirarse durante unos meses en el Museo de Historia Natural de Washington.
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